¡Tengo cientos de razones para querer a Colombia! La siguiente extensa relación no está necesariamente en estricto orden de importancia, sino en el orden en que las razones fueron apareciendo en mi mente cuando me puse a pensar en ellas.
Quiero a Colombia porque gracias a las enriquecedoras y múltiples experiencias cuando viajé a Bogotá a obtener una especialización profesional, mi vida personal tuvo un pancromático “antes” y un multicolor “después” de conocerla. ¡Porque allá he sanado profundas y dolorosas heridas, y siempre he regresado a Chile fortalecido y con mi corazón agradecido! Por el impulso que significó en mi carrera como geógrafo el haber estudiado en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
Quiero a Colombia por los buenos amigos que tengo allá. Por la cautivante amabilidad y hospitalidad de los colombianos. Por la singular y exquisita fragancia que se siente en tierra caliente cuando se viaja por carretera. Por la variedad de acentos que pueden escucharse en las diferentes regiones, y que hacen gratísimo el hablar con los colombianos….Por la avena helada que conocí en Ibagué y Espinal. Por aquella reparadora siesta en hamaca después de los exámenes finales de mi primera estadía de especialización. Por los inigualables jugos de lulo, pitahaya, maracuyá, freijoa, curuba, borojó, papaya, mango, piña, uchuva, guanábana, zapote, guayaba, patilla.... Por el arroz con coco. Porque allá se toma el mejor café del mundo….. Por el espectacular Museo del Oro en la capital. Porque Santa Fe de Bogotá está verdaderamente 2600 metros más cerca de las estrellas. Por los dos cálidos mares que bañan sus costas y que he tenido la suerte de conocer. Por los impresionantes paisajes en sus variadas regiones. Por la frescura del verde de las montañas cuando pasa la lluvia. Por esas nubes grandes y blancas como algodón que miran a Bogotá desde las alturas…. Por jugar tejo en una finca de La Calera. Por ese suave y relajante velo que la bruma imprime a la dorada luminosidad de las mañanas sabaneras. Por el colorido de las artesanías de Ráquira. Por la especial arquitectura en ladrillo a la vista en tantas ciudades de Colombia, hecha con buen gusto y finas terminaciones. Por la impresionante Catedral de sal de Zipaquirá....única en el mundo. Por la no menos bella mina de sal en Nemocón. Por las tres cordilleras andinas. Por la reconfortante taza de chocolate santafereño en mis desayunos de estudiante. Por el paseo en “Chiva” por la ciudad amurallada y el viaje a las islas del Rosario con mis queridos amigos Mauricio Giambastiani e Isabel en Cartagena de Indias, la “ciudad heroica”. Por el Vallenato, la Cumbia, el Bunde, el Bambuco, el Torbellino, la Guabina, la música Llanera…..
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